sábado, 30 de enero de 2021

Por fin, con MESH, tengo WIFI de calidad en toda la casa.


Configuré el último punto de acceso WIFI para mi casa hace varios años. No me fue especialmente complicado ya que, por motivos de trabajo estaba familiarizado con términos que el usuario medio no suele conocer. Configurar como router o, como puente o bridge, IP automática o manual, DHCP, servidores DNS, etc.. son conceptos que todos los usuarios manitas o con un punto “friki” conocéis perfectamente. De hecho hay numerosos foros y sitios web que ayudan a configurar routers o puntos de acceso de diferentes marcas. Pero para un usuario al que no le interesa trastear con la configuración de dispositivos, instalar en casa un repetidor WIFI puede ser complicado y frustrante.

Un usuario medio no decide instalar un punto de acceso WIFI o repetidor hasta que llega el punto en que se desespera al ver que la calidad de la conexión vía WIFI a su router es muy mala en general o la señal apenas llega a algunos puntos de la casa. Puede que algún amigo, cuñado o ambas cosas, le haya comentado que los router facilitados por las operadoras suelen ser de calidad discutible y le haya recomendado instalar un amplificador WIFI.

Los amplificadores WIFI potentes y “con muchas antenas” pueden conectarse directamente al router ofreciendo una señal mucho más potente que la de este y que ahora si, ya llega a la habitación del fondo. También pueden instalarse en el pasillo o sobre un armario en un punto central de la casa, haciendo de repetidor de la señal emitida por el router. Claro que, amplificará “lo que le llegue” del router, que no garantiza una señal estable y de calidad. Una solución incómoda es llevar un largo cable Ethernet, más o menos oculto o disimulado, desde el router hasta el repetidor. Si la vivienda es un dúplex o se trata de una casa con varias plantas el problema es aún mayor debido a la forma en que se propaga la señal WIFI, que no es como una “esfera” con las antenas del router en el centro, sino más bien un “donut”. Por ello puede darse el caso de que a tu móvil no le llegue la señal WIFI de un punto de acceso que tiene justo debajo, a un par de metros, pero si la de otro que está en la otra punta de la casa. Y si, es por eso por lo que se pueden rotar las antenas de estos dispositivos: para redirigir la señal en un plano más vertical que horizontal.

El usuario verá que en su casa aparecen “dos WIFI” la del router y la del nuevo punto de acceso, cada uno con su nombre y su contraseña de acceso. Si añadiese un segundo repetidor ya serían “tres WIFI”. Esto puede funcionar hasta cierto punto, pero tiene el inconveniente de que la señal de los routers y repetidores se interfieren entre sí, mermando la calidad de la conexión. A esto hay que añadir las interferencias que ya producen los router y repetidores de los demás vecinos… y las interferencias que nosotros les creamos a ellos. Por otro lado, si nos desplazamos de una habitación a otra con el smartphone, tablet u ordenador portátil podemos encontrarnos con que intentan mantener una débil conexión con la WIFI que antes tenían más cercana o que se desconectan de una para intentar conectar con la más cercana, produciéndose cortes en la conexión a internet.

Una alternativa a este sistema son las llamadas redes MESH o malladas. Si bien hace un par de años era una solución demasiado cara para el “usuario doméstico” y que se utilizaban sólo en hoteles y oficinas, últimamente ya existen ofertas muy interesantes por dos motivos: facilidad de instalación y eficacia. En un sistema MESH disponemos de dos, tres o muchos dispositivos WIFI que actúan como uno solo y además de forma inteligente, mostrándose al usuario como una única red (con una misma SSID) con una única contraseña y repartiéndose entre ellos la señal necesaria para cada equipo o usuario. Si nos desplazamos por la casa no hay aparentemente cortes o interrupciones en la señal y ésta mantiene una estabilidad y calidad más que decentes.

Si en el sistema tradicional todos los puntos de acceso WIFI se conectan al router por su cuenta, o unos repiten la señal facilitada por el otro punto de acceso WIFI, y el móvil u ordenador del usuario se va conectando y desconectando a medida que cambiamos de habitación, en el sistema MESH toda la casa queda cubierta por una única conexión uniforme. Además, este tipo de red mallada nos permite ir añadiendo nuevos puntos de mayor o menor potencia si necesitamos llevar señal WIFI a otros puntos de la vivienda. Las zonas “en sombra”, esos rincones de la vivienda a los que la señal WIFI suele llegar con dificultad son cubiertas de forma mucho más eficaz por los sistemas de red en malla.

Llama la atención que las diferentes marcas fabrican los dispositivos con diseños muy diferentes a los de los router o puntos de acceso tradicionales: no están diseñados para parecer tecnológicamente avanzados sino pasar desapercibidos e integrarse con la decoración de la casa. Sin antenas exteriores, tienen formas cilíndricas, redondas y aplanadas, en forma de cubo, etc… de modo que asemejen floreros u otros elementos decorativos. El único cable necesario es el del adaptador que va al enchufe.

En la era de los smartphone, la instalación suele ser muy sencilla. Ya no es necesario conectarse con un cable de red y desde el navegador de un ordenador a la “pagina de configuración” de los dispositivos y enfrentarse a una configuración críptica. Con una simple app que descargamos en el móvil y siguiendo unos sencillos pasos resulta muy sencillo tener funcionando una red MESH de dos ó tres puntos en unos minutos. Al menos en teoría, ya que en algún caso es necesaria algo de paciencia y repetir los pasos un par de veces antes de que funcione.

Eso si, al menos uno de los dispositivos deberemos conectarlo directamente al router con el cable de red ethernet incluido. Una vez funcionando el primero podemos ir añadiendo otros sucesivamente. Es conveniente que en el momento de añadir un punto de acceso nuevo, éste se encuentre cerca del “principal”. Una vez configurado ya podemos llevarlo a su ubicación definitiva.

En mi caso, sólo he instalado dos “wifis mesh”, ambas de TP-Link, una de tres dispositivos para una vivienda unifamiliar y otra de sólo dos en un apartamento. La configuración, toda realizada desde un smartphone con la correspondiente app ha sido facilísima siguiendo los pasos que ésta va indicando. En el caso de estos DECO de la marca de TP-Link se ofrecen dos tipos de configuración: “modo router”, que viene por defecto y en el que la que los DECO sustituyen al router en la configuración de red creando una nueva subred, y el ”modo punto de acceso”, en el que como su nombre indica, los DECO se añaden a la red ya creada por el router. La mayoría de los usuarios dejará la configuración por defecto y a los que les gusta trastear y juguetear con los puertos del router pueden preferir la segunda. En la primera, por cierto, si bien los DECO generan una subred 192.168.6xx.xxx, se mantiene un puente con la red 192.168.1.1 del router y se puede acceder a los dispositivos que ya estában configurados con esa red.

Por lo pronto, ya me funcionan estupendamente algunas cosas que antes lo hacían bastante mal: ya puedo acceder desde cualquier punto de la casa y con el smartphone, iPad o portátil a las carpetas compartidas por mi viejo Mac Mini con fotos y videos, reproducir éstos en HD y verlos en el televisor mediante Airplay y Apple TV o con el Chromecast. Y en la vieja casa familiar con gruesas paredes, puedo acceder a las cámaras exteriores de vigilancia EUFY con una conexión estable y de calidad. De estas cámaras tengo que hablaros en otra ocasión, por cierto.

De momento sólo he encontrado una pega: en el sistema tradicional podía añadir e ir incorporando dispositivos diferentes y de distintas marcas que se comunicaban mediante protocolos de red estándar, pero con las redes MESH, para ir ampliando estás obligado a utilizar dispositivos del mismo fabricante y me temo que de una misma línea de productos. Esto es debido a los especiales protocolos de comunicación que ha desarrollado cada fabricante y que no los hace compatibles con otros. Recordemos que ya no se trata de la simple “potencia electrónica” de antes sino de un procesado inteligente de señal que las nuevas tecnologías nos permiten ahora.